jueves, 4 de junio de 2009


Yo había crecido en una casa rodeada por una cerca; en la cerca había un portón de madera suave y blanda, con agujeros perforados a baja altura, juntos, para que el perro pudiera ver por ellos. Una noche, estando alta la luna, al volver tarde a casa de un baile escolar, recuerdo que me detuve, con la mano en el portón, y hablé conmigo mismo, y al hombre a quien amaría, en voz tan baja que ni siquiera el perro pudo haber oído:

No sé dónde estás, pero en este mismo instante vives en algún lugar de esta tierra, y un día tú y yo vamos a tocar este portón, aquí donde lo estoy tocando ahora. Tu mano tocará esta misma madera, aquí. Y luego pasaremos y estaremos llenos de un futuro y un pasado, y seremos el uno para el otro como nadie lo ha sido jamás. No podemos en­contrarnos ahora, no sé por qué. Pero algún día nuestras preguntas serán respuestas y nos veremos atrapadosen algo tan luminoso...Y cada paso que doy es un paso más hacia un puente que debemos cruzar para encontrarnos. ¿Antes de que pase mucho tiempo?
¿Por favor?

No hay comentarios:

Publicar un comentario