Te ríes
y parece que se fuera a acabar el mundo. Deberías saberlo: provocas un tornado en mi pelo y mi espalda sufre un hundimiento tectónico de consecuencias imprevisibles.
Como un sueño de Magritte y una lluvia de paraguas azules
trepando tu escalera.
Me gustas cuando eres tiempo -y no distancia- y me llenas el espacio hasta hacerme tuyo, rellenando cavidades, esquivando obstáculos. Tus coches de choque y mis montañas rusas, ya sabes.
Mis dedos.
Los besas hasta que se derriten como tiemblan los edificios de Casey en una red de levedad insoportable.
Quiero fotografías de plástico y nebulosas rojas, quiero que vengas y puntos suspensivos
Que vengas. Que quiero.
Tienes el mundo a tus pies y los ojos más despiertos del planeta.
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